Fragmento 2
- ¡Un hombre! -exclamó disgustado. Un cachorro humano. ¡Mira!
Frente a él, apoyado en una rama baja, se erguía, enteramente desnudo,
un niño moreno que apenas sabía andar; una cosa, la más simpática y
pequeña, la más fina y gordinflona que jamás se había presentado de
noche ante la caverna de un lobo. Miró a éste cara a cara y sonrió.
-¿Es eso un cachorro de hombre? -dijo mamá Loba-. Nunca vi ninguno. Traélo.
Un lobo, si es preciso, puede llevar un huevo en el hocico sin romperlo,
pues está acostumbrado...